Este cuento habla sobre una pareja que se había casado en abril, la casa en la que Vivian influía poco en sus estremecimientos la blancura del patio, columnas de mármol.
En ese nido de amor Alicia la novia se la paso todo el otoño recostada no era raro que adelgazara tuvo un pequeño ataque de influenza que se arrastro días y días y Alicia no se reponía. Después Alicia pudo salir al patio apoyada de el brazo de su marido ella miraba a uno y otro lado de pronto Jordán su marido le paso muy lento la mano por la cabeza y Alicia rompió en llanto.
Ese día fue el último en que Alicia pudo levantarse y al siguiente día amaneció desvanecida, entonces el médico de Jordán la reviso ordenándole calma y reposo absoluto.
Entonces al siguiente día Alicia permanecía peor Alicia no tenia desmayos pero se iba visiblemente hacia la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio, pronto Alicia empezó obtener alucinaciones y que descendieron luego a ras del suelo.
Una noche queda de repente con los ojos fijos al rato abrió la boca para gritar:
- ¡Jordán ¡ ¡Jordán! Clamo rígida de espanto sin dejar de mirar la alfombra.
Jordán corrió al dormitorio y al ver a Alicia lanzo alarido de horror.
Alicia lo miro y entre sus alucinaciones mas porfiadas hubo un antropoide apoyado en la alfombra sobre los dedos que tenia fijo en ella.
Los médicos volvieron inútilmente, había delante de ellos una vida que se acababa desangrándose día a día. Alicia fue extinguiéndose en subdelirio de anemia.
Los dos días finales deliro sin cesar a media voz. En el silencio agónico de la casa no se oía más que el delirio monótono.
Alicia murió por fin. La sirvienta cuando entro después de deshacer la cama sola ya miro un rato extrañada el almohadón.
- ¡Señor! En el almohadón hay muchas manchas que parecen sangre
Lo que Alicia tenía eran unos parásitos de las aves diminutos en el medio habitual.
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